¡¡¡ FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!
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Martes 25de diciembre de 2012
Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo (misa de día)
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
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Lunes 24 de diciembre de 2012
Natividad de Nuestro Señor Jesucristo (misa de la noche)
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo:
"No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
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Domingo 23 de diciembre de 2012
Quinto Domingo de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,39-45.
Durante su embarazo María partió y fué sin demora a un pueblo de la montañade Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
"¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!"
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?. Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de tí por haber creído que se cumplirá lo que te fué anunciado de parte del Señor".
Comentario
“Mirad a mi amado como viene saltando por los montes, brincando por las colinas.”
(Cant 2,8)
“Ya viene el Rey, corramos al encuentro de nuestro Salvador”
(liturgia de Adviento). Con razón dijo Salomón: “Agua fresca en garganta
sedienta, la buena noticia de tierra lejana.” (Prov 25,25) Sí, es una
buena noticia la que anuncia la llegada del Salvador, la reconciliación
del mundo, los bienes del mundo futuro. “Qué hermosos son sobre los
montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena
nueva”. (Is 52,7)...
Estas noticias son agua refrescante y bebida de sabiduría saludable para el alma sedienta de Dios. En verdad, aquel que anuncia la llegada del Señor o sus misterios nos da a beber. “Sacaréis agua con gozo de las fuentes del Salvador”. (Is 12,3) También a aquel que trae este anuncio... el alma le responde con las palabras de Isabel que había bebido del mismo Espíritu: “¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño empezó a dar saltos de alegría en mi seno.” (Lc 1,43) saltando de gozo por ir al encuentro del Señor.
En verdad, hermanos míos, hay que ir al encuentro de Cristo que viene saltando de gozo y de entusiasmo... “Salud de mi rostro, Dios mío.” (Sal 42,5) En tu condescendencia saludas a tus siervos y los salvas. .. No únicamente por las palabras de paz, sino por el beso de paz. Tú te unes a nuestra carne, tú nos salvas por tu muerte en la cruz. Que nuestro espíritu exulte, pues, con alegría desbordante, que corra al encuentro del Señor que viene de lejos, aclamándole con estas palabras: “Cúrame, Señor, y quedaré curado, sálvame, y quedaré a salvo, pues a ti se dirige mi alabanza” (Jr 17,14); “Bendito el que viene en nombre del Señor.” (Sal 117,25-26)
Estas noticias son agua refrescante y bebida de sabiduría saludable para el alma sedienta de Dios. En verdad, aquel que anuncia la llegada del Señor o sus misterios nos da a beber. “Sacaréis agua con gozo de las fuentes del Salvador”. (Is 12,3) También a aquel que trae este anuncio... el alma le responde con las palabras de Isabel que había bebido del mismo Espíritu: “¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño empezó a dar saltos de alegría en mi seno.” (Lc 1,43) saltando de gozo por ir al encuentro del Señor.
En verdad, hermanos míos, hay que ir al encuentro de Cristo que viene saltando de gozo y de entusiasmo... “Salud de mi rostro, Dios mío.” (Sal 42,5) En tu condescendencia saludas a tus siervos y los salvas. .. No únicamente por las palabras de paz, sino por el beso de paz. Tú te unes a nuestra carne, tú nos salvas por tu muerte en la cruz. Que nuestro espíritu exulte, pues, con alegría desbordante, que corra al encuentro del Señor que viene de lejos, aclamándole con estas palabras: “Cúrame, Señor, y quedaré curado, sálvame, y quedaré a salvo, pues a ti se dirige mi alabanza” (Jr 17,14); “Bendito el que viene en nombre del Señor.” (Sal 117,25-26)
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Sábado 22 de diciembre de 2012
Sábado 22 de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,46-56.
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
“Acogió a Israel su siervo”
María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi
Espíritu en Dios, mi salvador”. El Señor, dice, me ha engrandecido con
un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo
con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de
comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de
gracias,...
“Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo”...
Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: “Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre”.
Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, tenga en menos el proclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos importante en el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con su singular poder trasciende a toda creatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.
“Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia”. Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: “Israel es mi siervo, y yo lo amo”.
Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni exclamar con el profeta: “Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
"Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. No se refiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la espiritual, o sea, no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe... De modo que el advenimiento del Salvador se le prometió a Abrahán y a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice: “Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa” (Ga 3,29). Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan... y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación.
--------------------------------------------------------------------------------------“Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo”...
Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: “Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre”.
Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, tenga en menos el proclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos importante en el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con su singular poder trasciende a toda creatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.
“Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia”. Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: “Israel es mi siervo, y yo lo amo”.
Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni exclamar con el profeta: “Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
"Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. No se refiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la espiritual, o sea, no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe... De modo que el advenimiento del Salvador se le prometió a Abrahán y a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice: “Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa” (Ga 3,29). Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan... y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación.
Viernes 21 de diciembre de 2012
Viernes 21 de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,39-45.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
"María se puso en camino y se fue de prisa a la montaña..."
Es normal que aquellos que quieren que se les crea, den razones
para creerlos. Por eso el ángel... le anunció a María, la virgen, que
una mujer de edad avanzada y estéril iba a ser madre, mostrando así que
Dios puede hacer todo lo que desea.
Cuando María tiene noticia de la maternidad de su prima Isabel, ya anciana y estéril, se pone en camino. No por falta de fe en la profecía ni por dudar del anuncio, ni por dudar de los signos que le fueron dados, sino llena de alegría para cumplir un servicio entrañable. En la prontitud de la alegría, María se dirige hacia las montañas. Llena de Dios ¿podía no ir de prisa hacia las alturas? Los cálculos lentos no corresponden a la gracia del Espíritu Santo.
Aprended, vosotros también, la solicitud que debéis tener acerca de vuestras parientes que van a ser madres. María vivía hasta aquel momento en un recogimiento total. Su pudor virginal no la retuvo de aparecer en público, ni lo escabroso de las montañas la frenó en su deseo de servicio, ni el camino largo la podía retener. La Virgen se dirige con prontitud hacia las alturas, la Virgen piensa en servir y se olvida de sí misma. El amor es su fortaleza, a pesar de su sexo. María sale de su casa y se va hacia las alturas... Se quedó en casa de Isabel unos tres meses, no por el placer de estar con gente, sino para cumplir un servicio y cumplirlo con toda solicitud hasta el final.
La joven va hacia la anciana, la que es superior va hacia la que es inferior: María a Isabel, Cristo a Juan, más tarde el Señor se hará bautizar por Juan para consagrar el bautismo. Y en seguida se manifiestan los beneficios de la llegada de María y de la presencia del Señor, porque “tan pronto como Isabel oyó el saludo de María, el niño se estremeció en su vientre y se llenó del Espíritu Santo"... Ambas mujeres hablan de la gracia que les ha sido hecha; ambos niños realizan esta gracia e introducen a sus madres en este misterio de la misericordia.
Cuando María tiene noticia de la maternidad de su prima Isabel, ya anciana y estéril, se pone en camino. No por falta de fe en la profecía ni por dudar del anuncio, ni por dudar de los signos que le fueron dados, sino llena de alegría para cumplir un servicio entrañable. En la prontitud de la alegría, María se dirige hacia las montañas. Llena de Dios ¿podía no ir de prisa hacia las alturas? Los cálculos lentos no corresponden a la gracia del Espíritu Santo.
Aprended, vosotros también, la solicitud que debéis tener acerca de vuestras parientes que van a ser madres. María vivía hasta aquel momento en un recogimiento total. Su pudor virginal no la retuvo de aparecer en público, ni lo escabroso de las montañas la frenó en su deseo de servicio, ni el camino largo la podía retener. La Virgen se dirige con prontitud hacia las alturas, la Virgen piensa en servir y se olvida de sí misma. El amor es su fortaleza, a pesar de su sexo. María sale de su casa y se va hacia las alturas... Se quedó en casa de Isabel unos tres meses, no por el placer de estar con gente, sino para cumplir un servicio y cumplirlo con toda solicitud hasta el final.
La joven va hacia la anciana, la que es superior va hacia la que es inferior: María a Isabel, Cristo a Juan, más tarde el Señor se hará bautizar por Juan para consagrar el bautismo. Y en seguida se manifiestan los beneficios de la llegada de María y de la presencia del Señor, porque “tan pronto como Isabel oyó el saludo de María, el niño se estremeció en su vientre y se llenó del Espíritu Santo"... Ambas mujeres hablan de la gracia que les ha sido hecha; ambos niños realizan esta gracia e introducen a sus madres en este misterio de la misericordia.
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Jueves 20 de diciembre de 2012
Jueves 20 de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,26-38.
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
ComentarioMaría vivió en la pequeñez de los pobres de Yavé: era una jovencita virgen de una aldea perdida en las colinas de Galilea, lejos de la Capital, y de los centros de poder. Fué a ella que el Ángel le anunció cosas grandes: "este niño reinará desde el trono de David, su reino no tendrá fin, Él será grande y se lo llamará Hijo del Altísimo". Así en la debilidad de la vida de los pobres que solo confían en Dios, se hacen realidad sus promesas.
(Extraído de "La liturgia cotidiana")
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Miércoles 19 de diciembre de 2012
Miércoles 19 de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,5-25.
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios,
le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".
Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada".
El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
"Hará volver a numerosos hijos de Israel al Señor su Dios"
Toda la vida del "más grande nacido de mujer" es el milagro de los
milagros. Además, la vida entera de Juan, profeta desde antes de su
nacimiento y el más grande de los profetas, es también todo lo que
ocurre antes de su nacimiento y después de su muerte lo que sobrepasa
todos los milagros. En efecto, las predicciones de los profetas
inspiradas por Dios sobre su persona, lo describen no como un hombre
sino como un ángel, como una antorcha ardiendo, como la estrella de
mañana que difunde la luz divina - porque precede al Sol de justicia - y
como la voz misma del Verbo de Dios. ¿Entonces, qué hay más cercano al
Verbo de Dios... que la voz de Dios?
Cuando se acerca el momento de su concepción, no es un hombre sino un ángel quien desciende del cielo para poner fin a la esterilidad de Zacarías e Isabel... Predice que el nacimiento de este niño será causa de una gran alegría, porque anunciará la salvación de todos los hombres: "será grande delante del Señor”. “No beberá vino, ni bebidas fermentadas, y estará lleno del Espíritu Santo desde antes de su nacimiento. Hará volver a numerosos hijos de Israel al Señor su Dios; marchará con el espíritu y la fuerza de Elías". Juan, en efecto, será virgen como Elías, sobre todo porque será el precursor de Dios “porque, se dijo, marchará delante del Señor"...
Vivía solo para Dios, atento a Dios solo, encontrando su alegría en Dios. Vivía pues en un lugar aislado, como se dijo: "Vivirá en el desierto hasta el día en que se deba manifestar a Israel"...
De la misma manera que en aquel tiempo, el Señor, empujado por su amor inmenso hacia nosotros, descendió del cielo por nosotros que éramos todos pecadores, también Juan salió del desierto por nosotros, con el fin de ayudar a la realización de este designio de amor. Porque, para servir al Dios de bondad en su extraordinario abajamiento hacia los hombres, que entonces estaban sumergidos en el abismo del dolor, hacía falta un hombre de una virtud inigualable como Juan.
(Referencias bíblicas: Mt 11,11; Lc 1,44; Mt 11,9; Ml 3,1 hebr; Nb 24,17; Za 3,8 LXX; Ml 3,20; Is 40,3; 1R 18,18; 21,20; Mc 6,18)
Cuando se acerca el momento de su concepción, no es un hombre sino un ángel quien desciende del cielo para poner fin a la esterilidad de Zacarías e Isabel... Predice que el nacimiento de este niño será causa de una gran alegría, porque anunciará la salvación de todos los hombres: "será grande delante del Señor”. “No beberá vino, ni bebidas fermentadas, y estará lleno del Espíritu Santo desde antes de su nacimiento. Hará volver a numerosos hijos de Israel al Señor su Dios; marchará con el espíritu y la fuerza de Elías". Juan, en efecto, será virgen como Elías, sobre todo porque será el precursor de Dios “porque, se dijo, marchará delante del Señor"...
Vivía solo para Dios, atento a Dios solo, encontrando su alegría en Dios. Vivía pues en un lugar aislado, como se dijo: "Vivirá en el desierto hasta el día en que se deba manifestar a Israel"...
De la misma manera que en aquel tiempo, el Señor, empujado por su amor inmenso hacia nosotros, descendió del cielo por nosotros que éramos todos pecadores, también Juan salió del desierto por nosotros, con el fin de ayudar a la realización de este designio de amor. Porque, para servir al Dios de bondad en su extraordinario abajamiento hacia los hombres, que entonces estaban sumergidos en el abismo del dolor, hacía falta un hombre de una virtud inigualable como Juan.
(Referencias bíblicas: Mt 11,11; Lc 1,44; Mt 11,9; Ml 3,1 hebr; Nb 24,17; Za 3,8 LXX; Ml 3,20; Is 40,3; 1R 18,18; 21,20; Mc 6,18)
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Martes 18 de diciembre de 2012
Martes de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 1,18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.
Comentario
José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
No hay duda de que ambos eran personas excelentes, enamorados entre ellos como ninguna otra pareja. Pero, a la vez, hay que reconocer que el Altísimo quiso que su amor esponsalicio pasara por circunstancias muy exigentes.
Ha escrito el Papa Juan Pablo II que «el cristianismo es la sorpresa de un Dios que se ha puesto de parte de su criatura». De hecho, ha sido Él quien ha tomado la “iniciativa”: para venir a este mundo no ha esperado a que hiciésemos méritos. Con todo, Él propone su iniciativa, no la impone: casi —diríamos— nos pide “permiso”. A Santa María se le propuso —¡no se le impuso!— la vocación de Madre de Dios: «Él, que había tenido el poder de crearlo todo a partir de la nada, se negó a rehacer lo que había sido profanado si no concurría María» (San Anselmo).
Pero Dios no solamente nos pide permiso, sino también contribución con sus planes, y contribución heroica. Y así fue en el caso de María y José. En concreto, el Niño Jesús necesitó unos padres. Más aún: necesitó el heroísmo de sus padres, que tuvieron que esforzarse mucho para defender la vida del “pequeño Redentor”.
Lo que es muy bonito es que María reveló muy pocos detalles de su alumbramiento: un hecho tan emblemático es relatado con sólo dos versículos (cf. Lc 2,6-7). En cambio, fue más explícita al hablar de la delicadeza que su esposo José tuvo con Ella. El hecho fue que «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,19), y por no correr el riesgo de infamarla, José hubiera preferido desaparecer discretamente y renunciar a su amor (circunstancia que le desfavorecía socialmente). Así, antes de que hubiese sido promulgada la ley de la caridad, san José ya la practicó: María (y el trato justo con ella) fue su ley.
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Lunes 17 de diciembre de 2012
Lunes de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 1,1-17.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé;
Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá;
Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías;
Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel;
Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor.
Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud;
Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham
Hoy,
en la liturgia de la misa leemos la genealogía de Jesús, y viene al
pensamiento una frase que se repite en los ambientes rurales catalanes:
«De Josés, burros y Juanes, los hay en todos los hogares». Por eso, para
distinguirlos, se usa como motivo el nombre de las casas. Así, se
habla, por ejemplo: José, el de la casa de Filomena; José, el de la casa
de Soledad... De esta manera, una persona queda fácilmente
identificada. El problema es que uno queda marcado por la buena o mala
fama de sus antepasados. Es lo que sucede con el «Libro de la generación
de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1).San Mateo nos está diciendo que Jesús es verdadero Hombre. Dicho de otro modo, que Jesús —como todo hombre y como toda mujer que llega a este mundo— no parte de cero, sino que trae ya tras de sí toda una historia. Esto quiere decir que la Encarnación va en serio, que cuando Dios se hace hombre, lo hace con todas las consecuencias. El Hijo de Dios, al venir a este mundo, asume también un pasado familiar.
Rastreando los personajes de la lista, podemos apreciar que Jesús —por lo que se refiere a su genealogía familiar— no presenta un “expediente inmaculado”. Como escribió el Cardenal Nguyen van Thuan, «en este mundo, si un pueblo escribe su historia oficial, hablará de su grandeza... Es un caso único, admirable y espléndido encontrar un pueblo cuya historia oficial no esconde los pecados de sus antepasados». Aparecen pecados como el homicidio (David), la idolatría (Salomón) o la prostitución (Rahab). Y junto con ello hay momentos de gracia y de fidelidad a Dios, y sobre todo las figuras de José y María, «de la que nació Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).
En definitiva, la genealogía de Jesús nos ayuda a contemplar el misterio que estamos próximos a celebrar: que Dios se hizo Hombre, verdadero Hombre, que «habitó entre nosotros» (Jn 1,14).
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Domingo 16 de diciembre de 2012
Domingo de la tercera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 3,10-18.
Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda la región del río Jordán anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La gente le preguntaba "¿Qué debemos hacer entonces?"
El les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto".
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?".
El les respondió: "No exijan más de lo estipulado".
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo".
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo a todos: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible".
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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"Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres; el Señor está cerca"
Con estas palabras del apóstol Pablo, la Liturgia nos invita a la
alegría. Es el tercer domingo de Adviento, llamado por este motivo
domingo “Gaudete”...
El Adviento es tiempo de alegría, pues permite revivir la espera del acontecimiento más alegre de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios de la Virgen María.Saber que Dios no está lejos, sino cercano; que no es indiferente, sino compasivo; que no es ajeno, sino un Padre misericordioso que nos sigue con cariño en el respeto de nuestra libertad: este es motivo de una alegría profunda que las cambiantes vicisitudes cotidianas no pueden arañar.
Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, pues se basa totalmente en el amor. De hecho, el Señor que “está cerca” de nosotros, hasta el punto de hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Sólo así se comprende la serena dicha de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad ante quien está en el dolor: una sonrisa que no ofende, sino que consuela. “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1, 28). El anuncio del Ángel a María es una invitación a la alegría. Pidamos a la Virgen Santa el don de la alegría cristiana.
El Adviento es tiempo de alegría, pues permite revivir la espera del acontecimiento más alegre de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios de la Virgen María.Saber que Dios no está lejos, sino cercano; que no es indiferente, sino compasivo; que no es ajeno, sino un Padre misericordioso que nos sigue con cariño en el respeto de nuestra libertad: este es motivo de una alegría profunda que las cambiantes vicisitudes cotidianas no pueden arañar.
Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, pues se basa totalmente en el amor. De hecho, el Señor que “está cerca” de nosotros, hasta el punto de hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Sólo así se comprende la serena dicha de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad ante quien está en el dolor: una sonrisa que no ofende, sino que consuela. “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1, 28). El anuncio del Ángel a María es una invitación a la alegría. Pidamos a la Virgen Santa el don de la alegría cristiana.
Sábado 15 de diciembre de 2012
Sábado de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 17,10-13.
Entonces los discípulos le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?".
El respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas;
pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre".
Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
“Estará lleno de Espíritu Santo...e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías...” (Lc 1,17)
“Estará lleno de Espíritu Santo...e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías...” (Lc 1,17)
¿Quién recibió el poder de abrir y cerrar los cielos, de retener o
hacer caer la lluvia? ¿Quién puede hacer caer fuego sobre un sacrificio
inundado de agua o sobre dos tropas de soldados por sus malas acciones?
¿Quién aniquiló en un arrebato de furor a los profetas paganos a causa
de sus ídolos? ¿Quién ha visto a Dios en el susurro del aire suave?...
Todos estos hechos son atribuidos únicamente a Elías y al Espíritu que
habita en él.
Ahora bien, se puede hablar de hechos aun más prodigiosos... Elías no ha padecido la muerte hasta el día de hoy, sino que fue arrebatado al cielo. Algunos piensan que vive con los ángeles cuya incorruptibilidad comparte en una vida inmaterial y pura... De hecho, Elías apareció en la transfiguración del Hijo de Dios, viéndolo cara a cara con el rostro descubierto. Al final de los tiempos, cuando se manifestará la salvación de Dios, él mismo proclamará la venida de Dios antes que nadie y la mostrará a todos, y, por muchos otros signos divinos, confirmará el día que hasta ahora está escondido ante el mundo. En aquel día, también nosotros, si estamos preparados, iremos por delante de este hombre admirable que nos prepara el camino que lleva a aquel día. ¡Que nos introduzca en las moradas del cielo, por Cristo Jesús a quien sea dada la gloria, el poder ahora y por los siglos de los siglos!
(Referencias bíblicas: 1R 17,1; 2R 1,10; 1R 18,40; 19,12; 2R 2,1; Mt 17,3)
Ahora bien, se puede hablar de hechos aun más prodigiosos... Elías no ha padecido la muerte hasta el día de hoy, sino que fue arrebatado al cielo. Algunos piensan que vive con los ángeles cuya incorruptibilidad comparte en una vida inmaterial y pura... De hecho, Elías apareció en la transfiguración del Hijo de Dios, viéndolo cara a cara con el rostro descubierto. Al final de los tiempos, cuando se manifestará la salvación de Dios, él mismo proclamará la venida de Dios antes que nadie y la mostrará a todos, y, por muchos otros signos divinos, confirmará el día que hasta ahora está escondido ante el mundo. En aquel día, también nosotros, si estamos preparados, iremos por delante de este hombre admirable que nos prepara el camino que lleva a aquel día. ¡Que nos introduzca en las moradas del cielo, por Cristo Jesús a quien sea dada la gloria, el poder ahora y por los siglos de los siglos!
(Referencias bíblicas: 1R 17,1; 2R 1,10; 1R 18,40; 19,12; 2R 2,1; Mt 17,3)
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Viernes 14 de diciembre de 2012
Viernes de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 11,16-19.
Jesús dijo a la multitud "¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Está endemoniado!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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La sabiduria de Dios
San Juan Bautista vivía separado de la gente, era nazir (Lc 1,15; Nb
6,1), consagrado a Dios. Dejó el mundo y se enfrentó a él...,
llamándolo al arrepentimiento. Todos los habitantes de Jerusalén acudían
a él en el desierto (Mc 3,7-8), y se enfrentaba con ellos cara a cara.
Pero cuando predicaba, hablaba de alguien que tenía venir y enseñarles
de manera muy diferente.
Alguien que no se separe de ellos, no se presentaría como un ser superior, sino como su hermano, hecho la misma carne y los mismos huesos, uno entre muchos hermanos, uno entre la multitud. Y efectivamente ya estaba entre ellos: "en medio de vosotros hay uno que no conocéis" (Jn 1,26)...
Por fin Jesús comienza a mostrarse y a "manifestar su gloria" (Jn 2,11) por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo? Multiplicando el vino... Comparad todo esto, con lo que dice de sí mismo: "Vino Juan, y no comía ni bebía. Vino el Hijo del hombre que come y bebe, y decís: ' es un borracho '". Pudimos rechazar a Juan, pero lo respetamos; Jesús, él, fue despreciado...
Oh mi Señor, esto ocurre porque amas tanto esta naturaleza humana que creaste. No nos amas simplemente como tus criaturas, obra de tus manos, sino como seres humanos. Lo amas todo, porque lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Cómo es esto posible, Señor? ¿Qué hay en el hombre, más que en otras criaturas? "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Sal. 8,5)...
No tomaste la naturaleza de los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación, y no tomaste una naturaleza humana o un papel o una carga por encima de una vida humana ordinaria - ni nazir, ni sacerdote o levita, ni monje, ni ermitaño. Viniste precisa y plenamente en esta naturaleza humana que tanto amas, esta carne que fracasó en Adán, con todas nuestras imperfecciones, nuestros sentimientos y nuestras afinidades, excepto el pecado.
Alguien que no se separe de ellos, no se presentaría como un ser superior, sino como su hermano, hecho la misma carne y los mismos huesos, uno entre muchos hermanos, uno entre la multitud. Y efectivamente ya estaba entre ellos: "en medio de vosotros hay uno que no conocéis" (Jn 1,26)...
Por fin Jesús comienza a mostrarse y a "manifestar su gloria" (Jn 2,11) por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo? Multiplicando el vino... Comparad todo esto, con lo que dice de sí mismo: "Vino Juan, y no comía ni bebía. Vino el Hijo del hombre que come y bebe, y decís: ' es un borracho '". Pudimos rechazar a Juan, pero lo respetamos; Jesús, él, fue despreciado...
Oh mi Señor, esto ocurre porque amas tanto esta naturaleza humana que creaste. No nos amas simplemente como tus criaturas, obra de tus manos, sino como seres humanos. Lo amas todo, porque lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Cómo es esto posible, Señor? ¿Qué hay en el hombre, más que en otras criaturas? "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Sal. 8,5)...
No tomaste la naturaleza de los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación, y no tomaste una naturaleza humana o un papel o una carga por encima de una vida humana ordinaria - ni nazir, ni sacerdote o levita, ni monje, ni ermitaño. Viniste precisa y plenamente en esta naturaleza humana que tanto amas, esta carne que fracasó en Adán, con todas nuestras imperfecciones, nuestros sentimientos y nuestras afinidades, excepto el pecado.
Jueves 13 de diciembre de 2012
Jueves de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 11,11-15.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.
Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan.
Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver.
¡El que tenga oídos, que oiga!
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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“Hacerse violencia para llegar a ser morada del Señor”
El que quiera acercarse al Señor, ser digno de la vida eterna,
llegar a ser morada de Cristo, ser inundado por el Santo Espíritu, con
el fin de tener los frutos de este Espíritu... debe primero creer
firmemente en el Señor y luego entregarse sin reserva a sus mandatos...
Debe hacerse violencia para ser humilde ante todo hombre, como dice el
Señor: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso" (Mt 11,29).
De igual manera, debe ejercitarse con todas sus fuerzas en ser siempre misericordioso, dulce, compasivo y bueno, como dice el Señor: "Sed buenos y comprensivos como vuestro Padre celeste es compasivo" (Lc 6,36; Mt 5,48). Y también: "Si me amáis, guardareis mis mandos" (Jn 14,15). Y "Haceos violencia, porque de los que se hacen violencia es el Reino de los cielos". Y "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha" (Lc 13,24). En todo, debe seguir el modelo de humildad, conducta, dulzura, y manera de vivir del Señor... Que persevere en la oración, que pida sin cansarse que el Señor venga y permanezca en él, lo restaure y le dé la fuerza para observar todos sus mandatos, y que el Salvador haga morada en su alma. Y entonces, lo que cumple haciéndose violencia, sin inclinación de la naturaleza, lo cumplirá de buen grado, porque se acostumbrará completamente al bien, se acordará sin cesar del Señor y lo esperará con gran amor.
Cuando el Señor vea tal resolución, tendrá lastima de él, le librará de sus enemigos y del pecado que vive en él, y lo llenará del Santo Espíritu. Y así, en lo sucesivo, observará todos los mandatos del Señor con verdad, sin violencia ni cansancio - o más bien, será el Señor mismo quien cumplirá en él sus propios preceptos y producirá con toda pureza los frutos del Espíritu (cf Ga 5,22).
De igual manera, debe ejercitarse con todas sus fuerzas en ser siempre misericordioso, dulce, compasivo y bueno, como dice el Señor: "Sed buenos y comprensivos como vuestro Padre celeste es compasivo" (Lc 6,36; Mt 5,48). Y también: "Si me amáis, guardareis mis mandos" (Jn 14,15). Y "Haceos violencia, porque de los que se hacen violencia es el Reino de los cielos". Y "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha" (Lc 13,24). En todo, debe seguir el modelo de humildad, conducta, dulzura, y manera de vivir del Señor... Que persevere en la oración, que pida sin cansarse que el Señor venga y permanezca en él, lo restaure y le dé la fuerza para observar todos sus mandatos, y que el Salvador haga morada en su alma. Y entonces, lo que cumple haciéndose violencia, sin inclinación de la naturaleza, lo cumplirá de buen grado, porque se acostumbrará completamente al bien, se acordará sin cesar del Señor y lo esperará con gran amor.
Cuando el Señor vea tal resolución, tendrá lastima de él, le librará de sus enemigos y del pecado que vive en él, y lo llenará del Santo Espíritu. Y así, en lo sucesivo, observará todos los mandatos del Señor con verdad, sin violencia ni cansancio - o más bien, será el Señor mismo quien cumplirá en él sus propios preceptos y producirá con toda pureza los frutos del Espíritu (cf Ga 5,22).
Miércoles 12 de diciembre de 2012
Miércoles de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 1,39-48.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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«María se puso en camino»
Después que María fue visitada por el ángel, se puso rápidamente en
camino a casa de su prima Isabel, la cual también esperaba un hijo. Y
el niño que había de nacer, Juan Bautista, saltó de gozo en el vientre
de Isabel. ¡Qué maravilla! ¡El Dios todopoderoso, para anunciar la
venida de su Hijo, escogió a un niño que había de nacer!
María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, representa el modelo de vida que nosotras deberíamos llevar. Primero acogió a Jesús en su existencia; seguidamente, compartió lo que había recibido. Cada vez que recibimos la Santa Comunión, Jesús, el Verbo, se hace carne en nuestra vida –don de Dios, al mismo tiempo bello, gracioso, singular. Esta fue la primera Eucaristía: María ofrece a su Hijo en ella, en quien él había puesto el primer altar. María, la única que podía afirmar con una confianza absoluta: «Esto es mi cuerpo», a partir de ese primer momento ofreció su propio cuerpo, su fuerza, todo su ser, para la formación del Cuerpo de Cristo.
Nuestra Madre la Iglesia ha elevado, delante del rostro de Dios, a un gran honor a las mujeres proclamando a María Madre de la Iglesia.
María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, representa el modelo de vida que nosotras deberíamos llevar. Primero acogió a Jesús en su existencia; seguidamente, compartió lo que había recibido. Cada vez que recibimos la Santa Comunión, Jesús, el Verbo, se hace carne en nuestra vida –don de Dios, al mismo tiempo bello, gracioso, singular. Esta fue la primera Eucaristía: María ofrece a su Hijo en ella, en quien él había puesto el primer altar. María, la única que podía afirmar con una confianza absoluta: «Esto es mi cuerpo», a partir de ese primer momento ofreció su propio cuerpo, su fuerza, todo su ser, para la formación del Cuerpo de Cristo.
Nuestra Madre la Iglesia ha elevado, delante del rostro de Dios, a un gran honor a las mujeres proclamando a María Madre de la Iglesia.
Martes 11 de diciembre de 2012
Martes de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 18,12-14.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños
Es tan fuerte el querer de Dios de salvarnos que, desde estas palabras hasta la donación incondicional en la Cruz, es Cristo quien nos busca a cada uno para que —libremente— volvamos a la amistad con Él.
De la misma manera que Jesús, los cristianos hemos de tener este mismo sentimiento: ¡que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad! Tal como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, «todos somos oveja y pastor». Hay personas —el propio esposo o la esposa, los hijos, los parientes, los amigos, etc.— para los cuales nosotros, quizá, seamos la única oportunidad que les pueda facilitar la recuperación de la alegría de la fe y de la vida de la gracia.
Siempre podemos dejar el noventa y nueve por ciento de las cosas que nos llevamos entre manos, para rezar y ayudar a aquella persona que tenemos cerca, que amamos y que sabemos que padece alguna necesidad en su alma.
Con nuestra oración y mortificación, y con nuestra fe amorosa, les podemos alcanzar la gracia de la conversión, como santa Mónica consiguió que su hijo Agustín se convirtiera en el “primer hombre moderno” que sabe explicar en Las confesiones cómo la gracia actuó en él hasta llegar a la santidad.
Pidamos a la Madre del Buen Pastor muchas alegrías de conversiones.
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Lunes 10 de diciembre de 2012
Lunes de la segunda semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 5,17-26.
Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa".
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios
Comentario
Hombre, tus pecados te quedan perdonados
En la actitud de quienes quieren la curación de su amigo vemos los esfuerzos humanos para conseguir lo que realmente desean. Lo que querían era algo muy bueno: que el enfermo pudiera andar. Pero no es suficiente con esto. Nuestro Señor quiere hacer con nosotros una sanación completa. Y por eso comienza con lo que Él ha venido a realizar en este mundo, lo que su santo nombre significa: Salvar al hombre de sus pecados.
—La fuente más profunda de mis males son siempre mis pecados: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados» (Lc 5,20). Muy frecuentemente, nuestra oración o nuestro interés es puramente material, pero el Señor sabe lo que nos conviene más. Como en aquellos tiempos, los consultorios de los médicos están llenos de enfermos. Pero, como aquellos hombres, tenemos el riesgo de no ir con tanta diligencia al lugar donde realmente nos restablecemos plenamente: al encuentro con el Señor en el sacramento de la Penitencia.
Punto fundamental en todo tiempo para el creyente es el encuentro sincero con Jesucristo misericordioso. Él, rico en misericordia, nos recuerda especialmente hoy que en este Adviento no podemos descuidar el necesario perdón que Él da a manos llenas. Y, si es preciso, echemos los impedimentos —el tejado— que nos impiden verle. —Yo también necesito retirar las tejas de mis prejuicios, de mis comodidades, de mis ocupaciones, de las desconfianzas, que son un obstáculo para “mirar de tejas arriba”.
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Domingo 9 de diciembre de 2012
Segundo Domingo de Adviento
Evangelio según San Lucas 3,1-6.
El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene,
bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados,
como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos.
Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
Todos verán la salvación de Dios
Tenemos muchas hondonadas para rellenar, muchos caminos para allanar, muchas montañas para trasladar. Quizá son tiempos difíciles, pero no nos faltarán los medios si contamos con la gracia de Dios. Seremos precursores en la medida en que vivamos cerca del Señor y entonces se cumplirán aquellas palabras de la Carta a Diogneto: «Lo que es el alma para el cuerpo, así son los cristianos dentro del mundo». Naturalmente, hemos de amar de todo corazón este mundo en el que vivimos, como decía un personaje de una novela de Dostoiewski: «Amad a toda la creación en su conjunto y en sus elementos, cada hoja, cada rayo, los animales, las plantas. Y amando comprenderéis el misterio divino de las cosas. Y una vez comprendido acabaréis por amar el mundo entero con un amor universal».
San Justino afirmaba: «Todas las cosas noblemente humanas nos pertenecen». Y desde las entrañas del mundo —en medio del trabajo, de la familia, del ambiente social— seremos precursores preparando los caminos de la salvación que viene de Dios. Con el ejemplo y la palabra «sacudiremos la pereza de los que nos rodean, les abriremos amplios horizontes ante su existencia egoísta y aburguesada, les complicaremos la vida, haciendo que se olviden de sí mismos y los llevaremos a la alegría y a la paz», tal como san Josemaría Escrivá describió el trabajo apostólico de los cristianos en medio del mundo.
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Sábado 8 de diciembre de 2012
Sábado de la Primera semana de Adviento
SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Evangelio según San Lucas 1,26-38.
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’
Hoy, el Evangelio toca un acorde compuesto por tres notas. Tres notas no
siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer, la de la
amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas,
pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la
comunicación, ¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la
era de la información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra
personalidad?
Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.
Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad con los otros.
Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?
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Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.
Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad con los otros.
Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?
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Viernes 7 de diciembre de 2012
Viernes de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 9,27-31.
Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David". Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor".
Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído".
Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa".
Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Jesús les dice: ‘¿Creéis que puedo hacer eso?’. Dícenle: ‘Sí, Señor’
Hoy, en este primer viernes de Adviento, el Evangelio nos presenta tres personajes: Jesús en el centro de la escena, y dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de su poder. Estos trazos le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él podría hacerse cargo de su desgracia?
Los dos ciegos hacen piña y, en comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al unísono realizan una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a quien nombran con el título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria, provocar la compasión de Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27).
Jesús interpela su fe: «¿Creéis que puedo hacer eso?» (Mt 9,28). Si ellos se han acercado al Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz hacen una bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor» (Ibidem). Y Jesús concede la vista a aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos de nuestro interior.
Este tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia. Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús» (cf. Ap 22,17-20). Jesús viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro corazón, y hacer que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de oración: tiempo para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de profesión de fe. Tiempo de ver y de creer.
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Jueves 6 de diciembre de 2012
Jueves de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos
Hoy,
el Señor pronuncia estas palabras al final de su "sermón de la montaña"
en el cual da un sentido nuevo y más profundo a los Mandamientos del
Antiguo Testamento, las "palabras" de Dios a los hombres. Se expresa
como Hijo de Dios, y como tal nos pide recibir lo que yo os digo, como
palabras de suma importancia: palabras de vida eterna que deben ser
puestas en práctica, y no sólo para ser escuchadas —con riesgo de
olvidarlas o de contentarse con admirarlas o admirar a su autor— pero
sin implicación personal.
«Edificar en la arena una casa» (cf. Mt 7,26) es una imagen para describir un comportamiento insensato, que no lleva a ningún resultado y acaba en el fracaso de una vida, después de un esfuerzo largo y penoso para construir algo. "Bene curris, sed extra viam", decía san Agustín: corres bien, pero fuera del trayecto homologado, podamos traducir. ¡Qué pena llegar sólo hasta ahí: el momento de la prueba, de las tempestades y de las crecidas que necesariamente contiene nuestra vida!
El Señor quiere enseñarnos a poner un fundamento sólido, cuyo cimiento proviene del esfuerzo por poner en práctica sus enseñanzas, viviéndolas cada día en medio de los pequeños problemas que Él tratará de dirigir. Nuestras resoluciones diarias de vivir la enseñanza del Cristo deben así acabar en resultados concretos, a falta de ser definitivos, pero de los cuales podamos obtener alegría y agradecimiento en el momento del examen de nuestra conciencia, por la noche. La alegría de haber obtenido una pequeña victoria sobre nosotros mismos es un entrenamiento para otras batallas, y la fuerza no nos faltará —con la gracia de Dios— para perseverar hasta el fin.
«Edificar en la arena una casa» (cf. Mt 7,26) es una imagen para describir un comportamiento insensato, que no lleva a ningún resultado y acaba en el fracaso de una vida, después de un esfuerzo largo y penoso para construir algo. "Bene curris, sed extra viam", decía san Agustín: corres bien, pero fuera del trayecto homologado, podamos traducir. ¡Qué pena llegar sólo hasta ahí: el momento de la prueba, de las tempestades y de las crecidas que necesariamente contiene nuestra vida!
El Señor quiere enseñarnos a poner un fundamento sólido, cuyo cimiento proviene del esfuerzo por poner en práctica sus enseñanzas, viviéndolas cada día en medio de los pequeños problemas que Él tratará de dirigir. Nuestras resoluciones diarias de vivir la enseñanza del Cristo deben así acabar en resultados concretos, a falta de ser definitivos, pero de los cuales podamos obtener alegría y agradecimiento en el momento del examen de nuestra conciencia, por la noche. La alegría de haber obtenido una pequeña victoria sobre nosotros mismos es un entrenamiento para otras batallas, y la fuerza no nos faltará —con la gracia de Dios— para perseverar hasta el fin.
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Miércoles 5 de diciembre de 2012
Miércoles de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 15,29-37.
Desde allí, Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".
Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".
Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".
El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;
después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
‘¿Cuántos panes tenéis?’. Ellos dijeron: ‘Siete, y unos pocos pececillos’
Hoy
contemplamos en el Evangelio la multiplicación de los panes y peces.
Mucha gente —comenta el evangelista Mateo— «se le acercó» (Mt 15,30) al
Señor. Hombres y mujeres que necesitan de Cristo, ciegos, cojos y
enfermos de todo tipo, así como otros que los acompañan. Todos nosotros
también tenemos necesidad de Cristo, de su ternura, de su perdón, de su
luz, de su misericordia... En Él se encuentra la plenitud de lo humano.El Evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta, a la vez, de la necesidad de hombres que conduzcan a otros hacia Jesucristo. Los que llevan a los enfermos a Jesús para que los cure son imagen de todos aquellos que saben que el acto más grande de caridad para con el prójimo es acercarlo a Cristo, fuente de toda Vida. La vida de fe exige, pues, la santidad y el apostolado.
San Pablo exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (cf. Fl 2,5). Nuestro relato muestra cómo es el corazón: «Siento compasión de la gente» (Mt 15,32). No puede dejarlos porque están hambrientos y fatigados. Cristo busca al hombre en toda necesidad y se hace el encontradizo. ¡Cuán bueno es el Señor con nosotros!; y ¡cuán importantes somos las personas a sus ojos! Sólo con pensarlo se dilata el corazón humano lleno de agradecimiento, admiración y deseo sincero de conversión.
Este Dios hecho hombre, que todo lo puede y que nos ama apasionadamente, y a quien necesitamos en todo y para todo —«sin mi no podéis nada» (Jn 15,5)— necesita, paradójicamente, también de nosotros: éste es el significado de los siete panes y los pocos peces que usará para alimentar a una multitud del pueblo. Si nos diéramos cuenta de cómo Jesús se apoya en nosotros, y del valor que tiene todo lo que hacemos para Él, por pequeño que sea, nos esforzaríamos más y más en corresponderle con todo nuestro ser.
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Martes 4 de diciembre de 2012
Martes de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 10,21-24.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Te bendigo, Padre
Hoy
leemos un extracto del capítulo 10 del Evangelio según san Lucas. El
Señor ha enviado a setenta y dos discípulos a los lugares adonde Él
mismo ha de ir. Y regresan exultantes. Oyéndoles contar sus hechos y
gestas, «Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: ‘Yo te
bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra’» (Lc 10,21).
La gratitud es una de las facetas de la humildad. El arrogante considera que no debe nada a nadie. Pero para estar agradecido, primero, hay que ser capaz de descubrir nuestra pequeñez. “Gracias” es una de las primeras palabras que enseñamos a los niños. «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Lc 10,21).
Benedicto XVI, al hablar de la actitud de adoración, afirma que ella presupone un «reconocimiento de la presencia de Dios, Creador y Señor del universo. Es un reconocimiento lleno de gratitud, que brota desde lo más hondo del corazón y abarca todo el ser, porque el hombre sólo puede realizarse plenamente a sí mismo adorando y amando a Dios por encima de todas las cosas».
Un alma sensible experimenta la necesidad de manifestar su reconocimiento. Es lo único que los hombres podemos hacer para responder a los favores divinos. «¿Qué tienes que no hayas recibido?» (1Cor 4,7). Desde luego, nos hace falta «dar gracias a Dios Padre, a través de su Hijo, en el Espíritu Santo; con la gran misericordia con la que nos ha amado, ha sentido lástima por nosotros, y cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos ha hecho revivir con Cristo para que seamos en Él una nueva creación» (San León Magno).
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------La gratitud es una de las facetas de la humildad. El arrogante considera que no debe nada a nadie. Pero para estar agradecido, primero, hay que ser capaz de descubrir nuestra pequeñez. “Gracias” es una de las primeras palabras que enseñamos a los niños. «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Lc 10,21).
Benedicto XVI, al hablar de la actitud de adoración, afirma que ella presupone un «reconocimiento de la presencia de Dios, Creador y Señor del universo. Es un reconocimiento lleno de gratitud, que brota desde lo más hondo del corazón y abarca todo el ser, porque el hombre sólo puede realizarse plenamente a sí mismo adorando y amando a Dios por encima de todas las cosas».
Un alma sensible experimenta la necesidad de manifestar su reconocimiento. Es lo único que los hombres podemos hacer para responder a los favores divinos. «¿Qué tienes que no hayas recibido?» (1Cor 4,7). Desde luego, nos hace falta «dar gracias a Dios Padre, a través de su Hijo, en el Espíritu Santo; con la gran misericordia con la que nos ha amado, ha sentido lástima por nosotros, y cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos ha hecho revivir con Cristo para que seamos en Él una nueva creación» (San León Magno).
Lunes 3 de diciembre de 2012
Lunes de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 8,5-11.
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole":
"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande
Hoy,
Cafarnaún es nuestra ciudad y nuestro pueblo, donde hay personas
enfermas, conocidas unas, anónimas otras, frecuentemente olvidadas a
causa del ritmo frenético que caracteriza a la vida actual: cargados de
trabajo, vamos corriendo sin parar y sin pensar en aquellos que, por
razón de su enfermedad o de otra circunstancia, quedan al margen y no
pueden seguir este ritmo. Sin embargo, Jesús nos dirá un día: «Cuanto
hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo
hicisteis» (Mt 25,40). El gran pensador Blaise Pascal recoge esta idea
cuando afirma que «Jesucristo, en sus fieles, se encuentra en la agonía
de Getsemaní hasta el final de los tiempos».El centurión de Cafarnaún no se olvida de su criado postrado en el lecho, porque lo ama. A pesar de ser más poderoso y de tener más autoridad que su siervo, el centurión agradece todos sus años de servicio y le tiene un gran aprecio. Por esto, movido por el amor, se dirige a Jesús, y en la presencia del Salvador hace una extraordinaria confesión de fe, recogida por la liturgia Eucarística: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa: di una sola palabra y mi criado quedará curado» (cf. Mt 8,8). Esta confesión se fundamenta en la esperanza; brota de la confianza puesta en Jesucristo, y a la vez también de su sentimiento de indignidad personal, que le ayuda a reconocer su propia pobreza.
Sólo nos podemos acercar a Jesucristo con una actitud humilde, como la del centurión. Así podremos vivir la esperanza del Adviento: esperanza de salvación y de vida, de reconciliación y de paz. Solamente puede esperar aquel que reconoce su pobreza y es capaz de darse cuenta de que el sentido de su vida no está en él mismo, sino en Dios, poniéndose en las manos del Señor. Acerquémonos con confianza a Cristo y, a la vez, hagamos nuestra la oración del centurión.
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Domingo 2 de diciembre de 2012
Lunes de la Primera semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación".
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes
como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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Tiempo de ADVIENTO
Advenimiento quiere decir "Advenimiento o hacia la venida". Este período litúrgico que abarca cuatro semanas tiene como finalidad celebrar la venida del Señor.
El Adviento tiene como telón de fondo la esperanza, pero esta no puede asemejarse a las esperanzas humanas, las cuales, aunque siendo buenas no son lo mismo que la llegada del que ha de venir y el advenimiento del cielo nuevo y la tierra nueva que pide la iglesia.
Tres figuras centraales de este tiempo son: Isaías, San Juan Bautista y María Santísima.
Durante este tiempo se lee el libro del Profeta Isaías. Los domingos segundo y tercero se centran en la persona y obra del Bautista. El final del Adviento se dedica a María Santísima.
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Benedicto XVI inicia tiempo de Adviento
El Papa marca inicio del tiempo de Adviento, cuatro semanas antes de la celebración de la Navidad, según calendario litúrgico católico.
CIUDAD DEL VATICANO, dic. 1, 2012.- El Papa Benedicto XVI inició hoy el tiempo de Adviento, cuatro semanas antes de la celebración de la Navidad, según el calendario litúrgico católico, con una celebración para universitarios en la Basílica de San Pedro.
El pontífice rezó la oración vespertina
de las primeras vísperas con estudiantes, académicos y educadores, en la
que reflexionó sobre la indiferencia hacia Dios en la sociedad moderna y
el 'deseo de infinito' presente en el corazón de todos los hombres.
'Dios no se encerró en su cielo, sino
que se arrodilló sobre las vicisitudes del hombre: un misterio grande
que llega a superar cualquier posible expectativa', dijo Benedicto XVI al referirse al nacimiento de Jesús.
'Dios entró en el tiempo del hombre en
el modo más impensado: haciéndose niño y recorriendo las etapas de la
vida humana, para que toda nuestra existencia, espíritu, alma y cuerpo
pueda conservarse irreprensible y ser elevada a las alturas de Dios',
agregó.
El jerarca de la Iglesia Católica señaló
que se vive en un contexto en el cual, a menudo, se encuentra la
indiferencia hacia Dios, pero se mostró seguro que, en el fondo, quienes
viven la lejanía de Dios tienen en su interior una nostalgia de
infinito y de trascendencia.
El Papa encomendó a los estudiantes la
tarea de atestiguar en las aulas universitarias al 'Dios cercano', que
se manifiesta también en la búsqueda de la verdad, que es el alma de
todo empeño intelectual.
'La fe cristiana no es adhesión a un
Dios genérico e indefinido, sino al Dios vivo que en Jesucristo ha
entrado en nuestra historia. Creer significa confiar la propia vida a
aquel que sólo puede dar plenitud en el tiempo y abrirla a una esperanza
más allá del tiempo', apuntó.
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